Irán: Volveré algún día a conocer los mares y el norte…, viaje de 23 de Marzo a 5 de Abril 2018

Nuestra querida viajera Pilar, nos relata su maravilloso viaje en Marzo pasado que coincidió con la celebración de Nooruz, el Año Nuevo Persa.

Mirando las fotos de mi último viaje, siento el atardecer caluroso de la primavera, el olor a flor de naranjo de los verdes jardines persas, cercanos al desierto y siento que la placidez me transporta a las calles limpias de las ciudades con sus gentes que aprovechan sus vacaciones para visitar a sus familiares o lugares sagrados.

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Los iranís celebran el año nuevo 1397 y las luces y guirnaldas adornan las ciudades. Me sorprenden las tiendas de camping y alfombras plantadas en calles y plazas y ver como beben té, comen, o hacen una siesta. Al pasar a su lado por la acera, algunos viajeros invitan a degustar su comida, qué dulzura sus pastas y sabrosas sus verduras.

Los iranís, más bien ellas, se acercan curiosas a hablar con el extranjero en cualquier circunstancia. Le piden una foto y con esa excusa, amablemente, le hacen un montón de preguntas; tantas como yo haría. La curiosidad por el otro nos embriaga igual que la arquitectura magnífica, que en cada mezquita reinventa la belleza. Al anochecer en esas otras catedrales, recuerdo los cuentos de las mil y una noche.

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Hemos recorrido algunos kilómetros hasta llegar a Abyaneh, más cercano a la montaña y ya de regreso a Teherán, dónde se inició el recorrido. El contraste de los paisajes y la frescura de la montaña, que en algunos puntos se ha mostrado blanca, me hacen apreciar aún más el conjunto.

Aunque incomprensible, escucho su lengua como el suave discurrir de un riachuelo. Veneran a sus poetas. La tumba de Hafez de Shiraz parecía un enjambre: todos querían tocar su tumba y algunos incluso, le rezaban al tiempo que depositaban rosas.

Volveré algún día a conocer los mares y el norte… mientras tanto estaré complacida por todo lo recibido.

Pilar Zaragoza

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